jueves, 14 de abril de 2011

No todo es perfecto

Un apuesto joven al que besó en los labios con dulzura... Era él. Lo sabía. Había soñado con ese momento desde que tenía uso de razón. Moreno, alto, fuerte, con barba de tres días, pantalones chinos, camiseta ajustada… Pero la situación no era igual. En su sueño, él la abrazaba.., En la realidad, él la forzaba. Bueno, no todo podía ser perfecto.

Vivir la vida

Ella sabrá lo que hace, me dijo mirándome a los ojos. Siempre hizo lo que quiso: empezó a cantar cuando tenía un año, a los dos aprendió a leer, cuando tenía 10 escribió su primera novela, a los 16 conoció al amor de su vida y se casó, al año, se divorció… Mi suegra siempre fue así. Tuvo a Juan a los 18 y se relajó. Pero volvió pronto a las andadas. Ahora, con 70, se apunta al club de Singles de la ciudad, para ligar. Y a seguir haciendo lo que le da la gana.

viernes, 1 de abril de 2011

Todo al traste

“A mi mujer no le gusta que le fastidie sus estrategias”, me dijo feliz. Ella había tenido la idea clara desde el principio: casarse con un hombre rico para vivir en una casa grande, tener niños rápido y, luego, divorcio exprés (diferencias irreconciliables). A él le dolía el bolsillo cada vez que tenía que pasarle la pensión cada mes. Pero la situación cambió: él encontró unas cartas, documentación que mostraba que ella lo tenía todo calculado. Y las estrategias de la mujer, su exmujer, se habían chafado. Ella ni se lo imaginaba. Todo se le había ido al traste.

jueves, 17 de marzo de 2011

Amargor

Con este amargor tan extraño en la boca sigo mirando al frente. Sé que otro golpe va a llegar pero no sé por dónde. No veo bien. El boxeo es un deporte duro y yo no era consciente: empecé a practicarlo por saber cómo era, por liberar tensiones, por probar algo nuevo. Y no puedo dejarlo, no ahora. Estamos en el ring: mi adversario y yo. Evito su mirada pero él me controla. Es rápido, mucho, y yo un enclenque a su lado. Espero el golpe, me viene de frente y no puedo esquivarlo. Caigo al suelo. Se acabó. No recuerdo más.

Poco mal

Son las 8. Planes del día: desayunar, hacer la cama, pasear, comer, siesta, seguir con la novela, pasear, cenar, descansar en el sofá e ir a dormir. Sí, todo bajo control. Bajo a la cocina, me sirvo la leche, cojo las galletas y desayuno.

Subo arriba, me lavo los dientes y me visto. No sé qué me pasa… me tumbo. Se me va la cabeza. Cinco minutos y ya. Estoy mejor. ¿Qué hora es? Tengo hambre y sueño. Es la hora de la siesta. Me tumbo. Llaman por teléfono. Vuelven a llamar.

“Hola, hija. Hoy estoy estupendamente, otro día a lo mejor me pasa algo, pero hoy no. Un beso”, cuelgo. Y me vuelvo a tumbar. Tengo sueño. Son las doce de la mañana, pero creo que son las cuatro.

Se oye la puerta. Entra mi hijo y hablamos. Nota algo, yo no soy consciente. Esa tarde me voy a vivir con él. Sé que es por mi bien. Él se va y yo no sé lo que hago. Abro la puerta de la calle y me caigo.

Sí, hija, sí. Hoy estaba estupendamente, pero ya no. Poco mal y buena muerte, eso quería y eso tengo. Os quiero.