jueves, 2 de mayo de 2019

A story begins

Un viaje. Cambiar las ideas. Decidir volver a empezar. Y probar.

Cosas nuevas. Nuevos lugares. Ideas nuevas. Maneras nuevas. Situaciones nuevas. Todo nuevo. Sin importar nada. Solo dejándose llevar. Y sorprender. Ilusionarse por todo. Asombrarse con todo. Saber que el ayer es pasado. Vivir la novedad del presente. Mente abierta para el futuro.

Y, un día, por casualidad, la vida gira hacia donde no esperabas. Y te dejas llevar. Hasta donde puedes. Y hasta donde te dejan. Algo inesperado. Con todo en contra. Pero con ganas de probar. De ver qué pasa. Sin presión. Sin objetivos. Sin expectativas. Bueno, algunas hay. Siempre.

Y, sin querer, sin planificarlo, te gusta. Más de lo que podías esperar. Así es la vida. Llena de sorpresas.

Y te dejas llevar por la corriente. Disfrutas cada ola. Cada recodo del camino. Cada sendero. Cada paso. Cada cima. Cada momento. Cada mirada. Cada respiración. Cada segundo. Cada mensaje. Lejano. Pero también cercano. Perfecto. Todo.


jueves, 21 de marzo de 2019

¡Momentos que ya podían ser eternos!

'¡¡Abuelito!! Hoy me han dicho en el cole que si ayer fui feliz. Era el día de la felicidad, ¿lo sabías?'

Recuerdo ese día como si fuera el mes pasado. Él me miró, sonriendo. Creo que ese fue un momento de felicidad para él. Mientras le preguntaba yo me acordaba de que el día anterior habíamos jugado a burro en el recreo y me lo había pasado pipa. Creo que también había sido feliz.

Han pasado unos años y sigo creyendo que la felicidad está en las pequeñas cosas. Y no en días determinados. No sé exactamente qué es. Y no creo que lo sepa nunca. Pero hay cosas que creo que se le aproximan.

Unas palabras determinadas justo en el momento en el que las necesitas. Un roce de manos inesperado y esperado. El abrazo después de estar un tiempo sin ver a alguien. Levantarte por la mañana y dar un achuchón mañanero. Ese momento en el que está toda la familia reunida, sin hacer nada, solo contándose batallitas. Llegar a la meta. Disfrutar de una carrera. Dar un paseo por el monte y respirar aire puro. Sofá, manta y ese libro que tanto te gusta. Sofá, manta y esa peli. Sofá, manta y esa persona. Comer el cuscurro de pan, calentito, mientras vas a casa. Ver cómo alguien come su plato favorito. Planear un viaje. Contar los días para hacer ese viaje. Abrigarse en un día de invierno, con gorro. Despertarse y estar donde quieres y con quien quieres. Esa llamada. Recibir una carta. Un primer beso. Ir a una capital europea. Un audio en el que te hacen burla. Hacer un nuevo amigo en la playa. Y acordarte de alguien al mismo tiempo. Aprender un juego. Y jugarlo.

Y hay más. Esos momentos en los que se te escapa una sonrisa. Esos momentos que te gustaría que fueran eternos. Esos. Y otros de los que me acordaré en otro momento. 

Y, por supuesto, un beso de abuelo.













jueves, 7 de marzo de 2019

Abuelita, ¿nos vamos de paseo ?

 ¿Sabes ese momento en el que alguien te dice algo, te molesta pero sabes que es verdad? ¿Y cuando alguien te dice que eres de una manera y es todo lo que ella es pero no lo ve por la diferencia generacional?
Así era ella.
Decía lo que pensaba. Siempre. Daba igual a quién o cómo. Sin filtro. Y había que quererla así.
Una mujer fuerte. Con sus principios claros. Con las ideas claras. Con sus creencias.
A mis veintitodos todavía me daba alguna colleja. Me decía que no iba a llegar a su edad. ¡Firmaba por estar a los 60 como estaba a los 93!
Mujer de carácter. Besucona cuando quería. Era gracioso preguntar por la Señora de la Casa por teléfono y que se echara a reír cuando se daba cuenta que se la habías colado, de nuevo.
La mejor hacedora de filetes de ternera de la historia. ¡Y cómo manejaba la máquina de coser!
Muy cuca ella. Siempre lista. Arreglada. No salía sin taparse el cuello. Y hasta hace bien poco siempre con tacones.
Siempre iba un paso por delante. Me pillaba todas. Siempre. ¡Y mira que me lo curraba!
No puedo olvidar sus macarrones con carne. Y las cenas improvisadas en su casa. O el ir a desayunar churros y cómo comió la tarta de queso de mi último cumpleaños (orgullosa de que, por fin, supiera hacer algo en la cocina) aún a sabiendas de que tenía mucha azúcar.
Afable. Lectora. Activa. Amiga de sus amigos. Amante del chinchón. De la partida de los domingos. De su familia. De sus hijos. De sus nietos. De sus bis.
Esto va de abuelos. Y ella era eso. No solo una abuela. Abuelita. Abuelita Esperanza.

Como quería. Que Dios la tenga en su gloria.

¡Vámonos de paseo por las nubes! Tranquila, un paseo andando, no corriendo :)


martes, 12 de febrero de 2019

¿Damos una vuelta más?

2015. Era casi mayo. Los almendros ya habían florecido. Quedaba poco para el cuarenta de mayo. Estaba en el salón y había un periódico encima de la mesa. Lo cogí. Vi una noticia: "Según la encuesta de percepción social de la ciencia, un 25% de la población española desconoce que la Tierra gira alrededor del Sol y piensa que sucede lo contrario".

No sabía muy bien ni qué decir. Ni qué pensar. Así que decidí preguntarle a él, que lo sabía todo. Mi abuelito era como una enciclopedia andante. El Google con patas. Una Wikipedia actualizada.

Él me lo explicó. Un año. 365 días. Una vuelta. Una detrás de otra. Sin parar. Y, en cada vuelta, mil cosas que pueden pasar.

Él llevaba 74 vueltas al Sol. Yo llevaba unas cuantas menos.  Pero, si todo iba bien, los dos coincidiríamos dando alguna más.

"Pero - le pregunté, ¿qué puede ocurrir durante una vuelta al sol?".
"Todo y más. Tú solo tienes que dejarte llevar. Observar. Vivir. Sonreír. Aprender. Y dejarte sorprender".

Y así es. En cada nueva vuelta, algo nuevo puede ocurrir.
  • Pides un deseo que se puede cumplir.
  • Te rodeas de amigos y no paras de reír.
  • Ves una noche estrellada y te dejas embelesar.
  • Paseas al lado de un río y ves cómo los peces por la corriente se dejan llevar.
  • Aprendes a bajar montañas y no puedes dejar de flipar.
  • Sigues aprendiendo a pesar de la edad.
  • Continúas mirando a tu alrededor y dejándote fascinar.
  • Escuchas nuevos ritmos y te dejas llevar.
  • Vuelves a empezar a jugar.
  • Con cualquier cosita  vuelves a disfrutar.
"Durante una nueva vuelta al sol hay unos cuantos días para que cosas sucedan sin parar. Decide con los ojos con los que las quieres ver. Yo, sin duda, elijo los ojos de la ilusión. No me gustaría dejarme de sorprender".

Eso me dijo mi abuelito. Y, como bien sabía, sus pasos iba a seguir. Aparte de que, como había hecho desde chiqui, nunca quería dejar de sonreír.








miércoles, 6 de febrero de 2019

¿Qué es la besabilidad?

Besabilidad: dícese de la cualidad que se tiene para atraer besos de otra persona.

La besabilidad puede atraer los labios en forma de beso en cualquier parte del cuerpo, no está directamente relacionado con los besos en la boca. Puede ser en la nariz, en los párpados, en la mejilla, en el lóbulo de la oreja, en el cuello, en la comisura de los labios... Cualquier lugar puede ser besable.

Tampoco existen restricciones en cuanto al lugar ni al tiempo. Los besos pueden ser de día o de noche, al aire libre o cerrado, en público o en privado. La besabilidad no se ve afectada por razones externas a los agentes involucrados.

La besabilidad produce sueños. De muchos tipos. Y el sueño puede llegar en un momento de besabilidad.

En ocasiones ocurre que hay impedimentos para desarrollar esta cualidad (por ejemplo, la distancia). Ante esta circunstancia se recomienda que, en en el momento en el que la separación sea la adecuada, se proceda con los besos. Es gratificante aprovechar los momentos de besabilidad para las personas que besan y que son besadas.

También puede pasar que una persona besable coincida con otra con un alto grado de besabilidad pero que no haya reacción entre ellas. Es por esto que, cuando dos personas con alta besabilidad y besables entre sí coinciden, tienen que aprovechar esta cualidad. Así que, ya saben, ¡besen y sean besados!