jueves, 7 de marzo de 2019

Abuelita, ¿nos vamos de paseo ?

 ¿Sabes ese momento en el que alguien te dice algo, te molesta pero sabes que es verdad? ¿Y cuando alguien te dice que eres de una manera y es todo lo que ella es pero no lo ve por la diferencia generacional?
Así era ella.
Decía lo que pensaba. Siempre. Daba igual a quién o cómo. Sin filtro. Y había que quererla así.
Una mujer fuerte. Con sus principios claros. Con las ideas claras. Con sus creencias.
A mis veintitodos todavía me daba alguna colleja. Me decía que no iba a llegar a su edad. ¡Firmaba por estar a los 60 como estaba a los 93!
Mujer de carácter. Besucona cuando quería. Era gracioso preguntar por la Señora de la Casa por teléfono y que se echara a reír cuando se daba cuenta que se la habías colado, de nuevo.
La mejor hacedora de filetes de ternera de la historia. ¡Y cómo manejaba la máquina de coser!
Muy cuca ella. Siempre lista. Arreglada. No salía sin taparse el cuello. Y hasta hace bien poco siempre con tacones.
Siempre iba un paso por delante. Me pillaba todas. Siempre. ¡Y mira que me lo curraba!
No puedo olvidar sus macarrones con carne. Y las cenas improvisadas en su casa. O el ir a desayunar churros y cómo comió la tarta de queso de mi último cumpleaños (orgullosa de que, por fin, supiera hacer algo en la cocina) aún a sabiendas de que tenía mucha azúcar.
Afable. Lectora. Activa. Amiga de sus amigos. Amante del chinchón. De la partida de los domingos. De su familia. De sus hijos. De sus nietos. De sus bis.
Esto va de abuelos. Y ella era eso. No solo una abuela. Abuelita. Abuelita Esperanza.

Como quería. Que Dios la tenga en su gloria.

¡Vámonos de paseo por las nubes! Tranquila, un paseo andando, no corriendo :)


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