Ese día. Te
levantas y recibes una carta. Podría ser una de tantas. Pero no. Y, a partir de
ahí, tu vida cambia por completo. Tus prioridades son otras. Y tu rutina no
tiene nada que ver con la que tenías.
Pruebas, médicos,
operaciones, sesiones, dolores, miedos, temblores, tristeza. Hay días mejores.
Y días en los que no ves cómo vas a salir adelante. Pero lo haces. Por ti. Y
por los tuyos. Por los que están ahí. Y por los que estuvieron. Porque merece
la pena luchar. Y seguir luchando.
Sonrisas, amigos,
sensaciones, familia, cercanía. Tus ideas cambian. Tu futuro cambia. Ves lo que
realmente importa. Y te acercas a ello. Te aferras a ello. Te apoyas en ellos. Y eso te hace
continuar, seguir, vivir.
Porque sí, es una mierda que te pase, no nos vamos a
engañar. Estar enfermo no es plato de gusto para nadie. Lo que vives, no es
divertido. Las sensaciones, no son buenas. Los pensamientos, no son los
mejores. Pero sé, y sabes, que vas a ser más
fuerte cuando todo termine. Que vas a vivir con más optimismo, con más ganas. Porque puedes con ello. Luchas para vencer. Y lo vas a hacer.
Y dentro de un tiempo lo verás lejano. Lo recordarás por los pequeños tatuajes en tu piel. Por las cicatrices que tienes. Por las pastillas. Por las revisiones. Pero sabrás que es pasado. Que lo has logrado. Que tú también venciste. Que eres una valiente. Y que tienes toda la vida por delante.
#SumateAlRosa