"Es azul, muy azul. Profundo, muy profundo. E infinito". Así me lo definía cuando le preguntaba por el mar.
Mi abuelo siempre me dijo que era un sitio para caminar, para oler, para sentir, para oír, para disfrutar. Y eso hacía él.
Caminaba por la orilla mientras el sol le ponía rojo primero y morenito después. Olía el salubre a la vez que le salían pecas por todo el cuerpo. Sentía la arena en las plantas mientras el agua le mojaba los pies. Oía las olas mientras miraba al infinito. Y disfrutaba como nadie de estos pequeños momentos.
Y eso intento hacer yo. Me acerco. Lo veo. Lo huelo. Lo siento. Lo paseo. Y también me salen pecas, como a él. Camino. Disfruto estos momentos, como él hacía, siempre que puedo.
Mar de primavera o de verano. Azul, profundo e infinito. Mar de otoño. Y mar de invierno.
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