lunes, 16 de abril de 2018

¿Sabes cómo se dibuja un sol?

"Abuelo, ¿sabes lo que me ha pasado hoy?", me dijo mientras pintaba en un folio.
"¿En el cole?", le contesté mientras ojeaba una página del periódico.
"No, en el cole hoy. En clase no ha pasado nada. Solo que en el recreo jugamos al pilla-pilla y me la quedé mucho rato. Sergio corría mucho y no le pillé ni una vez", comentó en voz baja mientras seguía dibujando, cambiando de un color a otro. Miré su obra de arte: creo que estaba intentando dibujar un sol pero plasmar algo en un papel no es un don de esta familia, aunque a él se le daba mejor que a mí, desde luego.
Al cabo de unos minutos, empezó a contarme una historia: "En el parque antes, abuelo, en el tobogán. Vino el niño del chándal del fútbol. Nos habíamos enfadado porque un día me empujó y me caí. ¿Ves esta costra?" - dijo mientras se señalaba un codo raspado - "Fue su culpa. Pero hoy ha venido a jugar conmigo. Y me ha dado un poco de su chocolatina. Así que creo que ya somos amigos de nuevo".
Y nada más. Así acabó la conversación ese día. Y así se zanjó el tema.
Unos días más tarde me fijé con quién jugaba en el parque: su nuevo más mejor amigo era el niño del chándal. Corrían por todos lados, jugaban al escondite y se tiraban globos de agua.
Con él aprendo las cosas importantes que nos rodean. Olvidar lo que no sirve para nada, el pasado que ya no podemos cambiar. Sonreír y disfrutar de cada momento con la eternidad que dura. Correr en el parque. Recibir el aire en la cara mientras deslizas tobogán abajo. Y a dibujar soles: siempre con ojos y una enorme sonrisa.



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