Ahí estábamos.
Bajo ese manto de estrellas que nos inundaba de luz. No teníamos nada que ganar
ni nada que perder. Tumbados. Mirando al cielo. Leyendo toda la información que
nos daban los astros: Vía Láctea, Osa Mayor, Osa Menor… Y así pasamos la noche,
perdidos en la lectura astral. Viendo cómo se movía el mundo, o cómo se
desplazaba la noche. Los dos solos, disfrutando las horas de oscuridad, el
silencio que nos rodeaba. No necesitábamos más. Nosotros, las estrellas…
y la luna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario