Suena el
despertador. Ducha rápida, algo para comer y salir pitando de casa. En 5
minutos, ya en la estación. No se me olvida nada: mochila, comida, libro y el
abono. ¡Para dentro! El cercanías llega en 5 minutos y me siento. Comienza el
viaje de todos los días, pero siempre diferente. Caras de sueño, llorosas y
animadas. Ropa de colores y ropa negra. Zapatillas, zapatos y sandalias. Libros,
tablet y nada. Miradas al paisaje. Miradas al suelo. Miradas en sí. Llegamos.
El tren se para. Bajo. El trabajo me llama.
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