jueves, 21 de septiembre de 2017

En los brazos de Morfeo

Despereza. Lo intenta. Se estira en la cama y trata de levantarse. Una pierna para un lado, otra para el otro, manos para arriba... Crece 3 centímetros, al menos. Y vuelve a hacerse una bola. Giro hacia un lado, mano debajo de la almohada, y a seguir sobando. No sabe qué hora es. Ni quiere saberlo. Dormita. Todavía es de noche. Un ligero reflejo de las farolas entra en la habitación por las rendijas de las persianas. Morfeo todavía le acunará por unas horas. Y él está dispuesto a dejarse mecer. Sin oponer resistencia. El día no ha llegado. Y él no va a desaprovechar la oportunidad de seguir durmiendo. Y soñando.


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