"Era finales de invierno, o principios de la primavera, no lo recuerdo. Las conocí en una calle, esperando para entrar a un bar, en el bar en el que más tarde echaríamos horas y horas jugando al remy y tomando cafeses. Y ahí empezó todo.
Tardes de parques. Mañanas de instituto. Horas al teléfono. Litros en el Neuchatel. Noches en Jesuitas. Bailes en Plutos. Y después en La Hacienda. Caminos de la vergüenza. Confidencias. Chistes. Risas. Abrazos. Viajes a Carnavales. Findes rurales. Amigos. Amigas. Amores. Desamores. Viajes madrileños. Salidas nocturnas. Whatsapps. Lloros. Más horas al teléfono. Confianzas. Conversaciones sin sentido. Más bailes. Pisos de alquiler. Besos. Paseos. Viajes. Conversaciones de princesas. Cervezas. Visitas. Muchas risas. Mucha tontería.
Todo esto, y más cosas, surgieron a partir de ese encuentro en esa calle. Se forjaron en ese bar jugando al remy y en mil situaciones más. Y, años después, siguen siendo mis amigas. Da igual lo que pase. Dónde vivamos. Mallorca, Guada, Salamanca, Madrid... nos da lo mismo. Lo que unió Charrilandia, no lo rompe nadie. Ampliando la familia. O siguiendo como estábamos. Porque somos Charritas y Olé".
Así ella entendió por qué nos queríamos tanto. Por qué nos reíamos tanto y por qué queríamos vernos. Porque somos Charritas. Y, está muy bien serlo en la distancia, pero en las distancias cortas, ganamos, ¡con bebé jefazo incluido! :)
Eres la mejor!��
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